La glándula uropigia de las aves es un órgano sebáceo compacto ubicado dorsalmente sobre las últimas vértebras caudales de las aves.

No está cubierta de plumas, salvo en algunas especies que tiene un mechón, llamado mechón uropigial. Es muy variable en cuanto a su forma y tamaño pero, generalmente, está formada por dos lóbulos y en su extremo caudal posee una papila; en ésta última región se encuentran los poros excretores que suelen ser dos en la mayoría de las aves, pero en algunos casos se observó que éste número puede ser mayor. El tamaño relativo de la glándula uropigia varía considerablemente entre especies; se afirma que las aves acuáticas poseen un tamaño glandular relativo mayor que las aves terrestres. La glándula está presente en muchas especies mantenidas como mascota, incluyendo psitácidas, canarios y diamantes. No poseen glándula uropigial algunos guacamayos, los amazonas y muchas especies de paloma.
Se trata de una glándula bilobulada holocrina presente en algunas especies aviares que tiene diversas funciones, entre ellas la producción de un aceite que impermeabiliza las plumas, la producción de precursores de la vitamina D y tiene cierta función antimicrobiana.
Las aves estimulan la glándula con el pico, para obtener el aceite que esparcen por las plumas, compuesto de ácidos grasos, ésteres y ceras entre otros. Esta secreción impermeabiliza las plumas, ayuda a protegerlas frente bacterias y otras agresiones y les da brillo. También produce precursores de vitamina D, que en contacto con la luz solar pasan a vitamina D que es ingerida cuando el ave se acicala. Algunos estudios recientes incluso afirman que la secreción de la glándula uropigial ayuda en la identificación del sexo del ave a través del ultravioleta, no visible al ojo humano.
Esta glándula también sufre de diversas patologías, aunque la mayoría son derivadas de deficiencia de vitamina A. también pueden sufrir infecciones (primarias y secundarias), obstrucciones (poco frecuentes a la práctica), etc. Las patologías de la glándula uropigial precisan de un buen plan diagnóstico que incluya todas las pruebas necesarias (citología, biopsia, cultivo, etc.) y el tratamiento quirúrgico solo debe considerarse en caso de no funcionamiento del tratamiento médico o en caso de tumores. La cirugía de la glándula uropigial es compleja y precisa de buena técnica y una buena hemostasia. Las infecciones no son muy frecuentes y suelen ser secundarias a otros procesos como tumores o deficiencia de vitamina A. también pueden estar asociadas a otras patologías o inmunosupresión por estrés. Suelen formarse abscesos y debe ser tratado con antibióticos (preferiblemente bajo antibiograma)

La patología más frecuente de la glándula uropigial es la metaplasia y la hiperqueratosis asociada a deficiencia de vitamina A. suele verse asociado a otros síntomas en animales cuya dieta es muy pobre en vitamina A, como yacos alimentados a base de pipas. La corrección de la dieta y la suplementación con vitamina A es la clave para que los síntomas remitan.
La obstrucción o impactación de su contenido es poco frecuente. Observaremos una glándula engrosada, que al apretar no vacía su contenido. Para un correcto tratamiento de la patología primero hay que llegar a un diagnóstico. Son importantes tanto la historia clínica como las pruebas complementarias. Realizaremos citología de la secreción glandular, cultivo e incluso biopsia/aspiración
En aves de avanzada edad no son raros los tumores de la glándula uropigial, especialmente en canarios y periquitos. Los tumores más frecuentes son adenomas, adenocarcinomas, carcinomas de células escamosas y papilomas. Con elevada frecuencia, suelen ser tumores malignos que pueden llegar a ser muy invasivos y en algunos casos se ulceran. La cirugía es la única opción en el caso de los tumores. Es una cirugía compleja con alto riesgo de fracaso y debe ser realizada por un cirujano especialista en aves. Es muy importante conocer bien la anatomía de la glándula y su irrigación para que tenga éxito.